Universidad es un barrio en el centro de Madrid. La zona está limitada por las calles Gran Vía, Fuencarral, San Bernardo y Carranza.
¿Por qué hablamos de este barrio en nuestro blog? Porque precisamente esta zona de la capital es más conocida como Malasaña. Este sobrenombre llega a raíz de la calle de la joven costurera Manuela Malasaña, asesinada por las tropas napoleónicas el dos de mayo de 1808.
Existen dos versiones acerca de las circunstancias de su muerte. Según se comenta en la página web Educa Madrid, la primera de ellas surge apenas pasada la guerra contra los franceses. Es una versión popular, que nace de los recuerdos de aquellos que participaron en los sangrientos sucesos.
Relata Fernández de los Ríos en su “Guía de Madrid”, que el chispero Juan Manuel Malasaña defendió, desde su casa de la calle de San Andrés, las puertas del Parque de Artillería a tiro limpio, ayudado por su mujer, María Oñoro, y su hija Manuela, de dieciséis años, muerta en el momento de dar cartuchos a su padre, quien, con el cadáver de su hija delante, continuó haciendo fuego hasta consumir el último grano de pólvora.
La otra versión es mucho más reciente.
A juicio del erudito Carlos Cambronero el certificado de fallecimiento de la joven demostraría, sin que se sepa muy bien porqué, que la muchacha no participó en la lucha, aunque es evidente que murió aquel aciago día.
Según su versión, Manuela trabajaba en un taller de costura y su maestra, al escuchar los tiros que de todas partes sonaban, no permitió que las costureras saliesen del taller hasta que cesara el fuego. Ya anochecía cuando el silencio volvió a reinar en las calles y fue entonces cuando le fue permitido salir a Manuela. Regresaba la muchacha presurosa hacia su casa pero durante el trayecto fue detenida por una pareja de soldados franceses que intentaron registrarla, a lo que ella por pudor, se opuso. Los soldados le hicieron promesa de dejarla libre si se iba con ellos, pero ella, cogiendo las tijeras que llevaba en el bolsillo, les amenazó si se acercaban o se atrevían a tocarla. Los franceses ante tal resistencia la fusilaron en la propia calle.
Cualquiera que sea la versión correcta, murió aquel día dos de mayo. Y los madrileños crearon en torno a su figura el recuerdo de una gran leyenda: el símbolo de pueblo que entrega su vida a la causa de la libertad.
¿Por qué hablamos de este barrio en nuestro blog? Porque precisamente esta zona de la capital es más conocida como Malasaña. Este sobrenombre llega a raíz de la calle de la joven costurera Manuela Malasaña, asesinada por las tropas napoleónicas el dos de mayo de 1808.
Existen dos versiones acerca de las circunstancias de su muerte. Según se comenta en la página web Educa Madrid, la primera de ellas surge apenas pasada la guerra contra los franceses. Es una versión popular, que nace de los recuerdos de aquellos que participaron en los sangrientos sucesos.
Relata Fernández de los Ríos en su “Guía de Madrid”, que el chispero Juan Manuel Malasaña defendió, desde su casa de la calle de San Andrés, las puertas del Parque de Artillería a tiro limpio, ayudado por su mujer, María Oñoro, y su hija Manuela, de dieciséis años, muerta en el momento de dar cartuchos a su padre, quien, con el cadáver de su hija delante, continuó haciendo fuego hasta consumir el último grano de pólvora.
La otra versión es mucho más reciente.
A juicio del erudito Carlos Cambronero el certificado de fallecimiento de la joven demostraría, sin que se sepa muy bien porqué, que la muchacha no participó en la lucha, aunque es evidente que murió aquel aciago día.
Según su versión, Manuela trabajaba en un taller de costura y su maestra, al escuchar los tiros que de todas partes sonaban, no permitió que las costureras saliesen del taller hasta que cesara el fuego. Ya anochecía cuando el silencio volvió a reinar en las calles y fue entonces cuando le fue permitido salir a Manuela. Regresaba la muchacha presurosa hacia su casa pero durante el trayecto fue detenida por una pareja de soldados franceses que intentaron registrarla, a lo que ella por pudor, se opuso. Los soldados le hicieron promesa de dejarla libre si se iba con ellos, pero ella, cogiendo las tijeras que llevaba en el bolsillo, les amenazó si se acercaban o se atrevían a tocarla. Los franceses ante tal resistencia la fusilaron en la propia calle.
Cualquiera que sea la versión correcta, murió aquel día dos de mayo. Y los madrileños crearon en torno a su figura el recuerdo de una gran leyenda: el símbolo de pueblo que entrega su vida a la causa de la libertad.